Las fibras vegetales en el estado de Campeche

Fibras Vegetales

Tejer con fibras naturales es una actividad humana de antaño entre todas las culturas—aún antes de que se inventara la producción cerámica, los seres humanos satisfacían las necesidades de contener agua, preparar alimentos, almacenar y servir alimentos con la cestería de fibras naturales tejidas. El techumbre tejido de palma y pastos hacía que las residencias sencillas construidas de bajareque fuesen impermeables a las inclemencias del tiempo, mientras los petates tejidos y otras fibras proporcionaran espacios de estancia y descanso en los lindes habitacionales y en los contextos públicos administrativos urbanos. La inspiración y la necesidad son incentivos naturales para la producción y el consumo de los artículos tejidos de fibras naturales.

El clima tropical húmedo de Campeche es el idóneo para la producción de artesanías de fibras vegetales, entre las cuales se destaca el sombrero fino del tipo panamá elaborado en las comunidades de la zona noroeste del Estado, como Bécal, Santa Cruz Ex-Hacienda, San Nicolás y Tankuché en el Municipio de Calkiní. Con la palma de jipi (Carludovica palmata), como se conoce esta fibra en otras regiones, además de los sombreros finos se tejen otros artículos, como abanicos, carteras y otros objetos ingeniosamente diseñados. La palma de jipi es una fibra natural noble cuando se prepara y se almacena de manera adecuada es maleable, flexible y fácilmente moldeada en un sinnúmero de formas y diseños. A pesar de que se importara la técnica de tejido de Ecuador en América del Sur en el siglo XIX, este arbolito de jipi crece naturalmente en los municipios del noroeste de Campeche. Sin embargo, hoy en día sólo se encuentra casi exclusivamente en el área inmediata de Calkiní – Bécal – Santa Cruz Ex-Hacienda, siendo cultivo en los solares domésticos y en una que otra parcela ejidal de esta zona.


Elaborar las artesanías con este material comienza con seleccionar rigurosamente y cosechar la palma, porque sólo se utilizan las hojas tiernas o el “cogollo” en el tejido. La calidad de los sombreros esta definida por las partidas, es decir, la cantidad de veces que se divide la misma hebra antes de tejerse el producto. De manera que mientras más partidas tenga el sombrero es más fino y es mayor el tiempo de elaboración. En los sombreros, además de la calidad los detalles del acabado, como formar y moldearlos con plancha, son las calidades únicas que convierten a estas obras de arte hechas a mano en algo mucho más preferible que los sombreros fabricados a máquina.

Debido a su elegancia y estilo, quien tiene un sombrero de cuatro partidas de Bécal—la comunidad singular en Campeche de los sombrereros y las modistas del tejido—nunca lo cambiará por nada. Hay herramientas específicas para trabajar el jipi, entre las cuales se encuentran los bloques de madera, que se emplean para moldear, sacar el tamaño y darle forma inicial al sombrero; el sobador o bruñidor confeccionado de una concha de caracol o de un trozo de madera tropical dura, que aprieta y tensa las vueltas de tejido mientras se elaboran; las navajas y las tijeras se emplean también. Las fibras deben tejerse en espacios húmedos, constituyendo la razón por la que la mayoría de las casas artesanales tiene cuevas o “sótanos hechos por el hombre”, que miden de tres a seis metros en diámetro y hasta dos metros de altura. Estos espacios frescos bajo la tierra proporcionan el ambiente idóneo para reunirse en familia—la familia que teje junta, permanece junta: trabajan fibras, platicando sobre los hechos cotidianos, entre otras actividades. Las cuevas, ubicadas en los solares domésticos, se heredan de generación a generación y comprenden las sedes particulares de la producción artística. En cambio, cuando se trabaja la hoja de palma, es la costilla o la “chilib” en maya, que se separa del resto de la hoja y se utiliza como el recurso principal del tejido para cestería, abanicos u otros artículos.

Comentarios

Entradas populares