Calavera literaria en prosa

 

La Catrina en Tukulná

 

En una tarde más picante que un habanero, la Catrina decidió hacer una parada en la Casa de Artesanías Tukulna en Campeche. A su lado caminaba Don Ezequiel, un alma valiente y vivaz que, aunque tenía más coraje que un jaguar, en vida fue conocido por ser tan amable y servicial como un chamán repartiendo caracoles.

 

La Catrina, Con su porte majestuoso y su elegante esencia etérea, la dama de la muerte tenía ganas de probarse los colores y la tradición de la región para añadir un toque distintivo a su atuendo. Decidió que Don Ezequiel, con su eterna valentía, sería el compañero perfecto para esta travesía artesanal.

 

Al entrar, el bullicio de las artesanías era más intenso que el sonido de los tambores en una fiesta. La Catrina y Don Ezequiel se sumergieron en un mar de huipiles, rebosos y accesorios, como dos piratas buscando el tesoro escondido.

 

La Catrina, con su aire de misterio, se probó huipiles más coloridos que una piñata en plena explosión, mientras que Don Ezequiel, con su valor intacto, se atrevió con las camisas bordadas de mucho colorido que podrían rivalizar con la maraña de la selva.

 

Entre risas y bromas, la Catrina y Don Ezequiel se convirtieron en modelos improvisados de la tienda, desfilando con un estilo que haría envidiar al mismísimo Dios del Inframundo.

 

Finalmente, la Catrina, con su toque de sarcasmo, exclamó: "¡No hay mejor manera de pasar a la eternidad que con un atuendo tan chic y un compañero tan valiente!"

 

Don Ezequiel, con una sonrisa que iluminaba más que el sol en pleno cenit, asintió con humor y dijo: "En vida fui un guerrero de la atención al cliente, pero en la muerte, seremos los reyes de la moda eterna."

 

Y así, entre risas y vestimentas estrafalarias, la Catrina y Don Ezequiel dejaron  tras de sí un rastro de gratitud.. abandonando la Casa de Artesanías Tukulna, llevando consigo la esencia viva de Campeche en cada hilo y tejido, no solo los trajes que adornaban sus figuras esqueléticas, sino también la certeza de que, incluso en la eternidad, el humor y la amabilidad son los mejores compañeros de viaje.

 

 

Moraleja: "En la vida y en la muerte, ríete de ti mismo y abraza la amabilidad. Después de todo, la eternidad es más divertida con un toque de humor y un huipil a la moda."


                                                                                                     - Diana Guadalupe Medina Guerrero




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